Es evidente que el Homo Sapiens no es ya el último estadio de la especie humana, cronológicamente hablando. El Homo Cyberneticus ocupa ese lugar, lo que no implica necesariamente una definición de tono evolucionista, o una instancia superior. Si por lo general entendemos cibernética como la instancia histórica, social y tecnológica producida por la confluencia de la informática y la robótica, el homo cyberneticus agrega a ello otro hecho de no menor valor: la bioingeniería, que en este caso abarca tanto las manipulaciones genéticas como los llamados implantes biocibernéticos. La cyber-otredad ya está en funciones, y la carga semántica de esta expresión refuerza la forma híbrida de este nuevo estadio de la especie humana. Es decir, si elhomo sapiens era naturaleza y cultura a la vez, el homo cyberneticus es tecnología en la naturaleza, al punto que se requiere una definición nueva de lo que sería lo natural y lo artificial.
En este blog, se encontrará toda la información requerida acerca de la cibernética. Cualquier información o dato importante, es de gran ayuda
jueves, 18 de noviembre de 2010
LA CIBERNÉTICA Y EL HOMBRE
La vida del Homo Cyberneticus se despliega en un doble espacio: por un lado, la realidad física de siempre, por el otro la realidad digital (la que abarca la realidad virtual y va incluso más allá de ésta). Este habitar en dos direcciones segmenta y disecciona al homo cyberneticus: la ciudad moderna de la sociedad industrial coexiste con la ciudad virtual de la sociedad postindustrial y cibernética. Ya no se trata meramente del trato con un igual, cara a cara: el igual ahora puede estar tras de una pantalla, o poseer dispositivos biocibernéticos diferentes al propio. Es decir, el igual es cada vez más un semejante, alguien que se nos parece pero al mismo tiempo se nos diferencia y aleja. Y eso que sucede a la persona sucede proporcionalmente a la comunidad: las ciudades también son dobles. Coexisten y se rozan y se tocan pero rara vez se funden una en otra. La ciudad virtual desterritorializa a la persona y a las comunidades. La velocidad de transmisión de la información va junto a la pérdida del cuerpo del sujeto, y lo absolutamente material se trastoca y adquiere una fugacidad hecha de pixeles en una pantalla o de códigos binarios en un bioimplante, de modo que con frecuencia persiste la alienación de jerarquizar el instrumento sobre el sentido, errónea apreciación hija del tecnoptimismo. Al punto que no se trata de que habitemos en ambas ciudades manipulando objetos, sino que los objetos de estas ciudades nos habitan, y de un modo sin fisuras: los objetos nos miran, los objetos nos relacionan, los objetos nos determinan. No es la vida la que se ha cosificado sino nosotros mismos, nuevos ciudadanos de las redes conectivas informacionales.os ciudadanos de las redes conectivas informacionales.
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